Cuando un adolescente deja atrás la primera y se embarca en la ardua tarea de la Educación Secundaria Obligatoria, empezamos a hacerle una serie de preguntas para que empiece a pensar en su futuro. Todas ellas suelen estar relacionadas con lo mismo: ¿A qué le gustaría dedicarse cuando fuese mayor? ¿Te gusta este trabajo? ¿Qué se ve haciendo el resto de su vida? Si va a seguir estudiando o si va a ponerse a trabajar…
Pero ¿con qué intención hacemos este tipo de pregunta, en realidad? ¿Las hacemos esperando escuchar un trabajo que pueda darle un trabajo estable… o esperando escuchar lo que de verdad le interesa a ese adolescente?
Para preguntar, hay que estar dispuesto a escuchar la respuesta… y eso es algo que no todos estamos dispuestos a hacer.
¿Cuándo sabe un niño lo que le gusta? La aparición de la personalidad en una persona
¿Sabes lo que es la personalidad de una persona? La personalidad son todas aquellas dinámicas psíquicas, físicas y sociales que definen todas las características de una persona. En resumen, son todos los gustos, métodos de actuación, lazos familiares y sociales, patrones de comportamiento y un largo etcétera que va a conformar la forma de ser de una persona. En otras palabras, la personalidad es la forma en la que una persona actúa o piensa.
¿Por qué es esto importante? Porque la personalidad va a definir todos los gustos de una persona, y en eso es en lo que nos vamos a centrar en este artículo de opinión.
Vamos a hablar un poco de cuándo y cómo aparece la personalidad, porque está totalmente relacionada con lo que motiva a una persona a dedicarse el resto de su vida a ser policía, bombero, asesor laboral, abogado o camarero.
Para que una persona defina sus gustos, es absolutamente necesario que tenga conciencia, tanto de sí mismo como del entorno que le rodea. Es muy difícil que un recién nacido sepa que le gusta el color rosa, porque un bebito que acaba de nacer todavía no tiene percepción de lo que son los colores. Por lo tanto, cuando el niño empieza a tener percepción de sí mismo y de todo cuanto le rodea (que suele ser a partir de los 2 o 3 años) es cuando empieza a fraguarse su personalidad, y, con ella, sus gustos, sus sentimientos y su carácter.
Y, debido a lo que hace que un adolescente o un adulto sepan con total claridad a lo que quiere dedicarse el resto de su vida está total e íntimamente relacionado con sus gustos y su personalidad, esta resulta crucial para la elección de un niño.
Una cosa que muy pocas personas saben es que el desarrollo de la autoestima está en completa relación con la personalidad. Y si no me crees, piensa en esto: ¿qué hace que un niño de catorce años sea extrovertido y sepa cómo hablar con los demás de uno de la misma edad que es totalmente introvertido y no habla con nadie? Exactamente eso: su autoestima.
La autoestima no es más que la percepción que una persona tiene sobre sí misma, y puede ser positiva, negativa… e, incluso, autodestructiva.
Cuando una persona tiene una autoestima sana (es decir, se ve tal y como es, lejos de narcisismos y de exaltaciones exageradas), sus gustos estarán totalmente definidos y tendrá totalmente claro qué le gusta y qué no le gusta, piense lo que piensen los demás. En cambio, cuando un niño tiene una pésima percepción de sí mismo, tiende a pensar que su apariencia, su comportamiento e, incluso, sus gustos, son totalmente una decepción para los demás y trata de ocultarlos porque él mismo se avergüenza de sí mismo. Que un chico tenga baja autoestima hace que no desee mostrarles a los demás sus gustos y las cosas que le importan, y tiende a adaptarse a los gustos de los demás para no llamar la atención. En consecuencia, es altamente probable que decida dedicarse, en su vida adulta, a lo que sus padres le aconsejen porque “tiene mucha salida laboral”.
Como habéis visto, los gustos de una persona, que aparecen entorno a los dos años gracias a la conciencia, están totalmente relacionados con la personalidad y su autoestima. Por lo tanto, resultará crucial para la vida de cualquier persona que le dejen ser desde que nazcan, sin juzgar nada de lo que diga o haga. Aquí entramos en el cliché de “los niños juegan con coches y las niñas con muñecas”.
En el momento en el que establecemos límites en una persona que está adentrándose en el mundo en base a los prejuicios de la sociedad, podemos coartar el correcto desarrollo de su personalidad y de su autoestima… y, por lo tanto, influenciar en las decisiones que vaya a tomar para sí mismo en su vida adulta.
Es muy importante que dejemos ser a los niños en cualquier edad… siempre y cuando sus gustos no sean perjudiciales para sí mismo o para los demás.
Respondamos a la pregunta: ¿estudiar algo que tenga salida… o algo que te guste?
¿Qué trabajos consideramos que “tienen salida laboral”? ¿Aquellos que nos dan mucho dinero? ¿Aquellos que nos dan trabajo estable? ¿Aquellos que no nos exigen demasiado tiempo? ¿Aquellos que nos catapultan a un puesto de gran responsabilidad?
Podría seguir haciendo preguntas sin descanso, porque lo que para mí significa tener salida laboral es algo completamente distinto para lo que piensas tú que significa. Esto es así porque entramos de nuevo en los pensamientos y creencias de una persona, que vuelve a ser lo mismo que su personalidad.
Déjame decirte algo: ¿sabes que muchísimas personas en todo el mundo odian su trabajo?
Se supone que desde que entramos en el colegio, con seis años, hasta que salimos de la educación obligatoria, con dieciséis, nos han estado mostrando y enseñando muchas cosas distintas que tendrían que habernos ayudado a decidirnos. Se supone, además, que cuando terminamos 4º de la ESO ya tendríamos que tener claro si seguir para bachillerato (y, tras esto, un ciclo superior o una carrera), o si desviarnos a un ciclo medio para incorporarnos al mercado laboral… porque ya tenemos que tener un planteamiento de a qué queremos dedicarnos en unos pocos años.
Entonces, ¿por qué existen tantísimas personas que odian su trabajo? Los factores que nos obligan a elegir trabajos que no nos gustan son muchísimos:
- Responsabilidad económica, sobre todo cuando ya tienes cierta edad y no has conseguido entrar donde te gusta. Esto suele ser más común a partir de los veinte años, donde, por desesperación, aceptan trabajos que no les gusta con tal de conseguir ingresos y poder irse de casa e independizarse. Teniendo en cuenta las pocas oportunidades que dan a los jóvenes, es normal…
- Presión social y familiar, porque no paran de decirles que ya tienen cierta edad y que deben de conseguir un empleo para hacerse una vida y un futuro. Que si el país va mal, que si tienen que cotizar, que si deben de hacerse responsables… Esto consigue que se fuercen en trabajar en empleos que detestan con tal de que se callen y de poder hacer lo que ellos quieren que hagan.
- No saben lo que quieren. Muchos no saben qué les gusta y se conforman con lo que les salga. Y esto puede ser debido tanto a una baja autoestima… como a que esta persona no se ha dedicado el tiempo que tenía que dedicarse para pensar en sí mismo. Interiorizar en sus gustos es algo que no muchas personas hacen (seguramente porque no saben cómo hacerlo), pero es algo muy necesario para el desarrollo propio y de la personalidad. Esto hace que no sepan qué le gusta y se conforme con lo que haya.
- Huir de lo que tienen. Muchos llevan unas vidas muy complicadas, y no tienen más remedio que aceptar lo que haya para dejar todo lo que tienen atrás. A veces no consiguen escapar de sus problemas familiares o sociales, y requieren de ayuda económica para irse a otro sitio lejos de allí. Esto hace que acepten lo que sea con tal de escapar de la vida que están llevando.
Es mucho más importante tener un trabajo que te guste a uno que tenga mucha salida
Los profesionales de Escola Universitària – Formatic Barcelona se han pronunciado al respecto y han decidido opinar: ellos nos han comentado que los estudiantes más motivados y felices son aquellos que deciden estudiar lo que les gusta. Nos piden hacer recordar, además, que las personas que se dedican a hacer lo que aman son más productivas, porque realizan un trabajo con todo su amor, en lugar de con la pesadez de la desgana y del malhumor.
Y la realidad es que tienen razón. “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida”, dijo Confucio. Y tiene toda la razón, porque las personas que hacen las cosas porque les gusta las hacen con amor y con mucho más esmero que las que se ven obligadas a hacer algo, aunque sea a cambio de una retribución económica.
Si permitimos que los niños y adolescentes estudien y trabajen en lo que quieran, tendremos una sociedad laboral feliz y motivada, y, en consecuencia, conseguiremos mayores resultados.