Hay profesiones que uno tiene que sentir en el alma y en el corazón para serlo. Yo siempre pienso en médicos, pero también en esos sanitarios que tienen que tratar con gente muy enferma. O peor aún, cuando tienen que comunicárselo a unos padres que tienen a su hijo enfermo. La verdad es que es muy duro. También pienso en personas como los que tienen que enfrentarse a duros accidentes de tráfico, el tener que ver cuerpos sin vida tras tremendas colisiones. La verdad es que es muy duro.
Por eso, hay profesiones que tienen que salir del corazón. O vales o no vales. Es una frase quizás muy del siglo pasado, pero que está todavía vigente. Hay profesiones que no están preparadas para todas las personas. Así es como pienso yo, y creo que muchas sensaciones me lo confirman. Y luego hay otra profesión que es preciosa, que se trata la de maestro. También es de vocación, pero en este caso, con un fin mucho más bonito, tratar con niños y poder darles una educación. Es cierto que en los últimos años, como ocurre con todo, ha cambiado mucho la situación. Ahora mismo son muchos y muchas los que se dedican a ser profesores, pero sin apenas tener vocación.
Lo que no veo normal es que en España valga cualquiera para ser profesor. Esa es la diferencia de hace años entre ser maestro y ser profesor. Me niego a pensar que para entrar en la universidad de Educación, en nuestro país, se necesite solo un 5. ¿De verdad solo un 5? Es algo que no veo lógico. Por eso siempre pienso en la educación nórdica, esa que tanto nos fijamos para lo que queremos, que nos dice que para ser maestro lo que hay que tener es una nota de 9– Sí, casi un como médico. Y algo que me parece muy bien, porque estamos poniendo la educación y el futuro del país en sus manos.
La verdad es que ahora la formación de un maestro tiene muchas vías. Aunque la más buscada es la de una academia. Y por lo que he visto creo que es más efectiva esta que los cursos que se hacen en una universidad. Por ejemplo, en Preparadores Valladolid preparan las oposiciones de maestros a todas las especialidades. Y lo puede hacer de manera online, semipresencial y a distancia. La verdad es que está muy bien porque cuenta Cursos completos: temarios propios, resolución de casos prácticos, elaboración y defensa de la programación y unidades didácticas. Y creas que no, al final es hacerlo de manera directa y muy práctica.
Algo de vocación
Y es que como os decía, esta profesión tiene que venir de vocación. Y hay algunas razones que os puedo ofrecer que lo dejan bien claro. Y es que, desde el primer día, los maestros tienen la capacidad de influir y moldear la vida de sus estudiantes. Y claro, tiene que ser de manera positiva, ayudándoles a alcanzar su potencial académico y personal. Son los encargados de dar forma a su educación y estudios. Y aunque se haga también en casa, pero son muchas horas las que pasan en clase. Muchas veces los ‘profes’ son vistos como referentes, sobre todo para los más pequeños.
La enseñanza es una profesión de amor. Conozco a muchos maestros que lo que sienten es verdadera pasión por transmitir conocimientos, y la verdad es que enseguida se les reconoce. Por eso su misión es ayudar a los demás a aprender. Y todo esto pese a que cada vez es más complicado encontrar esa vocación y pasión por culpa de la falta de involucración de los alumnos, pero también porque se ha permitido que el maestro ya no tenga autoridad. Algo que hace años era impensable para nuestra generación. “Lo que decía el profesor era palabra de Dios”, ahora ya no ocurre esto.
La verdad es que los maestros que tienen vocación sienten un profundo amor y cuidado por sus estudiantes, lo que los motiva a trabajar duro por su éxito profesional. Yo rápidamente puedo ver que estos profesionales sienten la educación como una herramienta poderosa para el cambio social y están comprometidos con su labor de formar a las próximas generaciones. Aunque como os digo, el sistema educativo de este país cada vez lo pone más complicado.
Si es cierto que cuando tienes esta pasión, la satisfacción de ver cómo tus estudiantes crecen y se desarrollan, así como el impacto positivo que pueden tener en sus vidas, es una de las mayores recompensas para los maestros con vocación. Pero claro, hay que evitar que la pierdan, y esa es una labor de todos.