La pérdida de un diente, sobre todo si es visible, es uno de los problemas bucodentales que más nos preocupan. Reponer el diente perdido no es solo una solución estética. Con el implante recuperamos la operatividad de la dentadura y evitamos problemas futuros, como la pérdida de más piezas dentales.
Los implantes dentales no son dientes postizos. Son un apósito sanitario que sustituye la raíz del diente caído. Son más importantes, si cabe, que la corona o prótesis que se colocará encima. Se fusiona de forma natural con la estructura ósea de la boca, evitando que la prótesis se caiga y soporta la presión generada durante el masticado. Hasta la fecha, el material más utilizado en la fabricación de implantes es el titanio. Un metal sólido y resistente, compatible con el cuerpo humano.
Para colocar un implante hay que hacer una pequeña operación. Se abre una hendidura en la encía, a través de la cual se introduce el apósito. El implante se une molecularmente, de forma natural, con el hueso alveolar vivo por medio de un fenómeno que se llama osteointegración. Este proceso tarda entre 3 y 6 meses en culminar. Durante ese periodo, cicatriza la herida abierta y el tejido gingival de la encía recubre el implante como lo haría con el cuerpo de un diente. Cuando este proceso ha terminado, es cuando se procede a colocar la corona sobre el implante.
La colocación de implantes es uno de los tratamientos más seguros que hay en odontología. El doctor Roberto López Píriz, director de la clínica dental Icoa, con presencia en Madrid y en Las Rozas, una clínica pionera en la utilización de implantes de circonio en Europa, comenta que la implantología es una de las ramas de la medicina dental que más avances tecnológicos ha experimentado en los últimos años. Ofreciendo soluciones cada vez más efectivas, que mejoran los resultados estéticos y minimizan los riesgos.
Rara vez la colocación de un implante genera complicaciones, pero el riesgo existe. Estos son los problemas más probables:
Periimplantitis.
La web profesional sobre enfermedades periodontales Perioexpertise define la periimplatitis como la lesión inflamatoria de la mucosa periimplantitaria que recubre el implante dental.
Se trata de la complicación más probable que puede aparecer en la colocación de un implante. En su aparición influye el diseño del implante. La rugosidad de su superficie puede favorecer la adherencia de placa bacteriana.
Otros factores que influyen decisivamente es no mantener una limpieza e higiene adecuada en la zona del implante y no seguir las instrucciones que nos ha dado el cirujano dental.
Al hacer una incisión en la encía para colocar el implante, en ella se abre una herida, susceptible de que entre por ella placa bacteriana que hay en la boca. Si esta logra penetrar y adherirse al implante, puede producir una infección en el interior de la encía.
La detección temprana de la periimplantitis es esencial para prevenir complicaciones graves. Los síntomas más comunes que pueden indicar su presencia son:
- Inflamación de las encías: La encía alrededor del implante puede inflamarse, enrojecerse y volverse sensible al tacto.
- Sangrado gingival: La encía sangra fácilmente al cepillarse o al usar hilo dental.
- Mal aliento persistente: La periimplantitis puede causar halitosis (mal aliento) debido a la infección bacteriana.
- Movilidad del implante: En casos avanzados, el implante puede volverse inestable y moverse ligeramente.
- Pus o supuración: Puede observarse la liberación de pus alrededor del implante, lo que indica una infección.
- Pérdida ósea: En radiografías dentales, se puede observar una pérdida de hueso alrededor del implante.
La periimplantitis es una inflamación e infección de los tejidos alrededor del implante dental, que incluyen la encía y el hueso. Esta infección puede llevar a la degradación de los tejidos, lo que se refleja en dolor y malestar en la zona afectada y una recesión de las encías.
El tratamiento de la periimplantitis generalmente depende de la gravedad de la enfermedad. Los enfoques de tratamiento pueden incluir:
- Limpieza y raspado: En las etapas iniciales, el dentista puede realizar una limpieza profunda de la zona alrededor del implante para eliminar la placa bacteriana y el sarro.
- Antibióticos: En algunos casos, se pueden recetar antibióticos para combatir la infección.
- Cirugía: En casos más avanzados con pérdida significativa de hueso, puede ser necesario realizar una cirugía para eliminar el tejido infectado y regenerar el hueso perdido.
- Mantenimiento a largo plazo: Después del tratamiento, es esencial un seguimiento a largo plazo con el dentista para garantizar que la periimplantitis no regrese. Esto incluye un cuidadoso mantenimiento de la higiene bucal y visitas regulares al dentista.
Los novedosos implantes de circonio, un material cerámico, igualmente biocompatible con el cuerpo como el titanio y que permite la osteointegración, reduce considerablemente la posibilidad de sufrir periimplantitis. Esto se debe a que por la naturaleza del material, este resulta resbaladizo para la placa bacteriana y evita que se concentre en el interior de la encía.
Rechazo del implante.
Este problema consiste en que el implante dental termina cayéndose. Dice la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (S.E.P.A.) en la revista La Gaceta Dental, que “los implantes no pueden ser rechazados, ya que el material con el que están fabricados es hipoalergénico.” De hecho, el porcentaje de éxito de la osteointegración en la colocación de implantes, supera el 95%.
Aun así, la colocación de un implante puede fracasar por dos motivos:
- Mala cicatrización de la herida. Una mala cicatrización después de colocar un implante puede tener consecuencias graves. Aumenta el riesgo de infección y, a menudo, resulta en una menor integración del implante en el hueso circundante, lo que puede llevar al fracaso del implante. Una cicatrización deficiente puede dar lugar a una recesión de las encías, pérdida de soporte óseo. Para evitarla es crucial seguir estrictamente las pautas postoperatorias y mantener una higiene bucal adecuada.
- Falta de osteointegración. Es complicada que se produzca, pero cuando sucede suele obedecer a una de estas circunstancias:
- Enfermedades sistémicas como la diabetes, periodontitis avanzadas o pacientes inmunodeprimidos.
- Cuando en la colocación del implante se recalienta la zona al no usar una correcta irrigación dental.
- Tabaquismo.
- Cuando el hueso en el que se quiere colocar el implante es de mala calidad y no se ha regenerado previamente.
- Colocación incorrecta del implante respecto al hueso en el que se debe soldar.
El fracaso de un implante se detecta, entre otras cosas, porque se aprecia que se mueve, mientras la herida está cicatrizando. Suele producir un ligero dolor o molestia en la zona y puede dar lugar a una periimplatitis, ocasionando episodios de fiebre.
Si la zona se ha infectado, es necesario combatir la infección con antibióticos antes de proseguir. Cuando está ha remitido, o si no se ha producido, se procede a retirar el implante anterior y volver a realizar la cirugía para colocar uno nuevo.
El tabaco es nocivo para los implantes.
El tabaco es sumamente nocivo para los implantes dentales debido a una serie de efectos adversos que tiene sobre el proceso de cicatrización y la salud bucal en general. El principal componente perjudicial en el tabaco es la nicotina, que causa una serie de problemas que pueden comprometer el éxito de los implantes.
En primer lugar, el tabaco reduce significativamente la circulación sanguínea en todo el cuerpo, incluyendo la boca. Esto disminuye la capacidad del cuerpo para transportar los nutrientes y el oxígeno necesarios para una adecuada cicatrización de la herida. La cicatrización es un proceso crítico después de la colocación de un implante, ya que implica la formación de tejido de soporte alrededor. Cuando la circulación sanguínea se ve comprometida, este proceso se ralentiza y puede llevar a una mala integración del implante en el hueso circundante.
El tabaco aumenta el riesgo de infección en la boca. La boca es un ambiente propicio para el crecimiento bacteriano, y la nicotina reduce la capacidad del sistema inmunológico para combatir las infecciones. Esto favorece la aparición de infecciones en el sitio del implante, lo que es especialmente problemático, ya que las infecciones pueden erosionar el hueso y provocar la pérdida del implante.
Otro efecto del tabaco es que retrasa el proceso de cicatrización y aumenta la probabilidad de complicaciones postoperatorias, como inflamación y dolor prolongados. Esto puede hacer que la experiencia del paciente sea mucho más incómoda.
Además de los efectos directos sobre la cicatrización y el riesgo de infección, el tabaco también está relacionado con problemas periodontales más amplios. Provoca enfermedades en las encías, como la periodontitis, que pueden debilitar el soporte dental natural y comprometer la estabilidad de los implantes.
Por eso, una vez colocado el implante y hasta que se instale la corona, es recomendable que la paciente no fume. Esta es una oportunidad para dejar el tabaco definitivamente, debido a los problemas que ocasiona en la salud del cuerpo en general y de la boca en particular.
Para evitar estos riesgos que hemos visto, es necesario que el paciente acuda a todas las revisiones programadas y siga estrictamente las instrucciones del dentista.