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Tratar el bruxismo supuso una mejora importante en mi salud

Desde hace años, he sufrido de bruxismo. La tensión constante en mi mandíbula y los dolores de cabeza frecuentes se convirtieron en una parte habitual de mi vida, al punto de que casi me acostumbré a convivir con ellos. No fue hasta que mi dentista, durante una revisión de rutina, notó el desgaste excesivo en mis dientes y me explicó las serias implicaciones de esta condición, que decidí tomar medidas para ponerle remedio.

Al principio, la idea de enfrentar el problema del bruxismo me generaba ansiedad. No sabía exactamente qué esperar del tratamiento y, como muchos, tenía una cierta aversión a las visitas al dentista. Sin embargo, el dolor y el malestar crecientes superaron mi temor, y finalmente me decidí a buscar una solución efectiva.

Mi primera visita al dentista para tratar específicamente el bruxismo fue más informativa que aterradora. El dentista me explicó en detalle qué era el bruxismo y cómo se manifestaba no solo a través del rechinamiento de los dientes, sino también en síntomas como dolor de mandíbula, fatiga facial y, en casos más graves, problemas en las articulaciones temporomandibulares (ATM). Su enfoque fue muy profesional y me proporcionó una sensación de alivio al entender que había una manera de abordar el problema.

El primer paso en mi tratamiento fue la elaboración de una férula dental, un dispositivo que se ajusta a mis dientes y que debía usar durante la noche para prevenir el rechinamiento involuntario. Me tomaron impresiones dentales, un proceso que resultó ser mucho más simple de lo que imaginaba. Al recibir la férula personalizada, la doctora Colodro de SM Médico Dental, quien me estaba tratando, me explicó cómo usarla y los cuidados necesarios para mantenerla en buen estado. Aunque al principio me resultó un poco incómodo dormir con la férula, pronto me acostumbré y comencé a notar una reducción en los dolores matutinos de mandíbula y cabeza.

Sin embargo, la férula era solo una parte del tratamiento. Mi dentista también me recomendó una serie de ejercicios para fortalecer y relajar los músculos de la mandíbula. Estos ejercicios, combinados con técnicas de relajación como la meditación y la respiración profunda, jugaron un papel crucial en el manejo del estrés, uno de los principales desencadenantes del bruxismo. Aprender a identificar y gestionar el estrés diario fue un cambio significativo en mi rutina que no solo benefició mi salud dental, sino también mi bienestar general.

Además, el dentista sugirió ajustes en mi dieta y hábitos de sueño. Evitar la cafeína y el alcohol antes de acostarme y establecer una rutina de sueño regular ayudó a mejorar la calidad de mi descanso, lo que a su vez redujo la frecuencia de los episodios de bruxismo nocturno. Estos cambios de estilo de vida, aunque inicialmente desafiantes, demostraron ser esenciales para abordar el problema de manera integral.

Otra parte importante del tratamiento fue la educación sobre la postura y la ergonomía. Pasar largas horas frente a la computadora con una mala postura contribuyó significativamente a la tensión en mi cuello y mandíbula. Con la orientación de mi dentista, ajusté mi estación de trabajo y aprendí a mantener una postura más saludable durante el día.

A lo largo de este proceso, la relación con la doctora se transformó en una colaboración activa. Las visitas regulares no solo eran para monitorizar el progreso, sino también para hacer ajustes en el tratamiento según fuera necesario. Sentí que tenía un aliado comprometido con mi bienestar, lo que hizo que las visitas al dentista fueran menos intimidantes y más productivas.

¿Cuáles son los problemas dentales más habituales?

Los problemas dentales más habituales afectan a personas de todas las edades y pueden variar desde afecciones menores hasta problemas más graves que requieren atención profesional. Si bien, hay una serie de patologías que son más habituales en todos las personas y, entre otras, pasan por:

  • Caries dental. Son una de las afecciones dentales más frecuentes. Se producen cuando los ácidos generados por las bacterias en la placa dental descomponen el esmalte de los dientes, creando agujeros o cavidades. Las caries pueden causar dolor, sensibilidad dental y, si no se tratan, pueden llevar a infecciones graves y la pérdida del diente afectado.
  • Sensibilidad dental. Se manifiesta como dolor o incomodidad al consumir alimentos y bebidas calientes, fríos, dulces o ácidos. Puede ser causada por caries, esmalte desgastado, dientes fracturados, empastes desgastados, enfermedades de las encías o raíces dentales expuestas.
  • El mal aliento puede ser causado por una mala higiene oral, enfermedades de las encías, caries, boca seca, tabaco, ciertos alimentos y condiciones médicas subyacentes. Mantener una buena higiene dental y visitar al dentista regularmente puede ayudar a prevenir y tratar la halitosis.

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