Yo era de esas que toda la vida me he creído una urbanita. 40 años viviendo en la ciudad y solo yendo al pueblo de mis padres “obligada”. Si echo la mirada atrás recuerdo que siempre íbamos dos meses en verano a casa de mi abuela, y bueno, cuando era cría la verdad es que me gustaba, pero cuando ya cumplí los 16 años no quería ir.
A esa edad comencé a salir por la ciudad y tenía a mis amigos y no pensaba que mi sitio estuviera ahí. Los amigos de pueblo apenas eran los mismos y sobre todo nuestras inquietudes habían cambiado. Yo siempre recuerdo que ir al pueblo suponía para mí rebajar el nivel. Y es que aunque pueda sonar elitista, pasaba de hablar en la ciudad de temas de política, de actualidad o de medicina (que es mi pasión) a hablar en el pueblo de las fiestas patronales, de toros y de si Menganita se había casado y estaba “preñada”. Y es que en mi pueblo las mujeres no se quedan embarazadas, allí se quedan preñadas. Como puedes entender no me compensaba.
Y así fueron pasando los años hasta que llegue a mis 40 años. Un tiempo que me cambió por completo. Creo que en este cambio tuvo que ver mucho la famosa pandemia y el confinamiento que vivimos. Allí, en mi casa de la ciudad y viviendo sola, me dio tiempo a pensar en todo lo que había sido mi vida. Y es cuando me di cuenta que quizás estaba empeñando mi vida en trabajar y no en ser feliz. Curiosamente, como en ese marzo-abril 2020 se pusieron de moda las videollamadas y los juegos retros, pues de repente me vi en un grupo de WhatsApp con mis quintos del pueblo. Algunos hacía mucho tiempo que no les veía. Pues bien, esa primera videollamada me hizo pensar en muchas cosas.
Aquellos que hace años los veía como algo más lejano, ahora eran felices. Por supuesto que ninguno era médico, como es mi caso, pero me estuvieron contando que habían montado sus negocios en los pueblos, que habían puesto en marcha un proyecto de familia, que seguían quedando todos los viernes para cenar y recordar batallitas. Y lo más importante, a todos se les veía cara de felices porque estaban pasando la pandemia en el pueblo en un corral o en un jardín. Eso me hizo pensar, y mucho, que yo quería recuperar el tiempo perdido.
La verdad es que cuando se lo conté a mis padres, mi padre flipaba. Pero si nunca has querido ir allí, fue su reflexión. Y así era, pero es que las cosas cambian mucho. Y es cuando dije que quería la casa de mi abuela para reformarla y poder vivir allí. A mi madre le hizo mucha ilusión porque ella no quería que perdiéramos las raíces.
Un nuevo proyecto de vida
Y así fue cómo comenzó mi proyecto de irme al pueblo a vivir y solicitar un cambio de trabajo en mi puesto como médico de Familia. No hubo problema, porque la verdad es que los pueblos necesitan este tipo de profesionales y me cambiaron de destino sin problema. Y nos pusimos manos a la obra, eso sí de la mano de Reforma Integral Granada, que son los auténticos protagonistas de esta historia.
Y es que en la casa de mi abuela había que hacer una serie de reformas y me tuve que poner en manos de los mejores profesionales. Hubo que cambiar los muebles, electrodomésticos, encimeras y suelo de la cocina, para poder hacer un espacio más moderno y funcional. También hubo que reformar el baño cambiando los azulejos, sanitarios, grifería y mobiliario, para poder tener un baño más actual y acogedor. Y es que yo soy de esas de baño diario y con bien de espuma.
También tuvo que cambiar los suelos y las paredes de la vivienda, utilizando materiales como parquet o tarima flotante para darle un aspecto renovado y más actual. Además de técnicas más modernas para evitar el consumo excesivo. Y lo más importante, por fin tuve mi jardín. La verdad es que el cambio de vida mereció la pena.
Como es lógico, los costos de estas reformas pueden variar en función de la extensión de las obras, la calidad de los materiales y los profesionales contratados. En términos generales, se estima que una reforma integral de una casa de pueblo puede costar entre 20.000 y 50.000 euros, dependiendo de los trabajos a realizar. Ahora bien, lo que sí os recomiendo es que solicitéis varios presupuestos y luego los comparéis para obtener la mejor relación calidad-precio.