Que la vida no es un camino de rosas es algo que hemos escuchado muchas veces y que, a buen seguro, lo hemos notado en diferentes momentos. Con independencia de quiénes seamos y las condiciones en las que nos encontremos, hay momentos que son muy malos y que nos ponen verdaderamente a prueba. Es complicado lidiar con situaciones así y nadie escapa de ellas. Sin embargo, sí que podemos ser diferentes en lo que respecta a las consecuencias que eso tiene para nuestra salud física y, sobre todo, mental, que es de las que os voy a hablar en los párrafos que siguen.
Yo soy una de esas personas a las que sí que les afecta desde el punto de vista mental aquello que sucede a nuestro alrededor. Todo el mundo puede tener algún problema de índole mental a causa de algo que haya pasado y que le haya afectado, pero la medida no es la misma. Lo tocados que nos podemos quedar en situaciones iguales no tiene nada que ver y responde a un montón de factores que tienen que ver con nuestra personalidad, entre otras cosas.
En mi caso, los problemas con la ansiedad han estado ligados a mis estudios. Siempre me he tomado muy en serio este tema porque sé que de él depende mi futuro profesional, pero cuando empecé la carrera universitaria la verdad es que he tenido síntomas que no me han gustado ni un pelo y que me han causado problemas.
Lo cierto es que, cuando empecé a notar ciertos síntomas de ansiedad a lo largo del día a día, empecé a buscar información acerca de las causas que podían llegar a provocarla para ver si era lógico lo que me estaba pasando. Un artículo con el que di fue este que os voy a enlazar del portal web Medical News Today, que menciona las siguientes causas:
- La presión social. Me pregunté si la había padecido. Y la respuesta fue que por supuesto. Tenía presión por obtener una licenciatura universitaria por parte de mi familia e incluso por parte de los profesores y profesoras que me impartían clase.
- Las fechas límite derivadas del estudio, del trabajo… Eso es realmente nocivo y también me afectó de manera bastante potente, sobre todo por culpa de la realización de exámenes (que realmente es una fecha límite para adquirir un determinado tipo de conocimientos de cara a aprobar un examen) y la entrega de los trabajos de final de grado.
- Dificultades financieras. Todos los estudiantes, en esta época, no tenemos el dinero suficiente como para vivir como nos gustaría. A pesar de que trabajaba a media jornada en aquella época, no contaba con los recursos suficientes como para tener todo lo que quería. No podía pasarme en la compra de cada semana, no os digo más.
- Problemas en las relaciones. Ya sea con amigos, pareja o familia, esto siempre ocasiona desventajas. Y a mí también me ocurrió, porque el estar centrado en los estudios hace que te olvides en buena medida de lo demás.
- Problemas de salud. Además de la ya referida salud mental, la física se resiente en situaciones como las que estoy describiendo. Los dolores de cabeza que tenía eran constantes, por poner solo un ejemplo.
- Problemas con el racismo y los prejuicios de género, por suerte, no sufrí. Es quizá la única cosa de la que me libré, aunque es de justicia reconocer que, en el ámbito educativo (incluso en el superior, en la universidad) existen problemas de este tipo, siendo quizá el bullying el mejor ejemplo de ello.
Teniendo en cuenta esta situación, ya me contaréis si era o no necesario que pidiera ayuda. ¿Qué habríais hecho vosotros y vosotras en una situación como esta? No es fácil sacar lo mejor de uno o una misma en situaciones así y la verdad es que yo, que decidí pedir ayuda profesional, no me arrepiento en absoluto de haber seguido este camino. Apenas podía dormir por las noches, me sentía realmente mal conmigo mismo, tenía la certeza de que algo iba a salir mal en cualquier momento e incluso pasaba buena parte del día con temblores. Lo que es evidente es que vivir así es imposible. Lo tuve claro.
Conociendo el problema que tenía entre manos, me puse manos a la obra para solucionarlo. Era consciente de que era problema que tuviera ansiedad, pero cuando vi la explicación de alguno de los rasgos de este asunto en la web de Raquel Calles Psiquiatra, me di cuenta de que era precisamente la ansiedad lo que estaba amargando mi existencia. Tomé los datos de contacto y puedo decir que he podido salir del atolladero después de mucho trabajo. No ha sido fácil, pero me siento bastante orgulloso de la mejoría que he venido implementando y de cómo eso ha afectado positivamente a mi vida y a las personas de mi alrededor.
Creo que en todos y cada uno de los campos que os decía más arriba he obtenido mejoras. Y los resultados, tanto en materia formativa como en la puramente personal, han sido positivos. Obtengo mejores notas que antes y estoy muy cerca de terminar mi carrera, tengo una relación mucho más fluida y alegre con la gente de mi entorno y, además, todos esos síntomas físicos de la ansiedad, como los temblores o las palpitaciones, se han acabado.
Un problema más común de lo que parece
Ahora que lo he padecido y que soy mucho más consciente que antes de todos los síntomas que rodean a la ansiedad, me doy cuenta de que hay mucha más gente de la que pensamos que se encuentra mecida por ese problema… y que incluso lo desconoce. Sin duda, esa es la situación más peligrosa, la de no saber que tienes un problema. Porque, cuando sabes que lo tienes, puedes encontrar la manera de solucionarlo. Sin embargo, mientras no eres consciente del mismo, te puede ir minando la moral poco a poco.
De hecho, fijaos lo que apunta una información que sacó la agencia EFE a finales del año pasado: dice que la ansiedad ha crecido en un 34% en España y que ataca el doble a las mujeres. Son datos que no resultan especialmente positivos y que demuestran lo que venía diciendo, que hay muchas personas ahí afuera que parecen ansiedad y que necesitan ayuda ante un problema como este, un problema que muchas veces es silencioso. Por cierto, el porcentaje se eleva hasta el 41% para la gente que es menor de 25 años. ¿No es realmente grave que la gente joven de este país esté padeciendo, en una proporción de una de cada dos personas, un trastorno como este?
La sociedad tiene que intervenir. Algo no estamos haciendo bien en la vida para que estos datos se hayan convertido en una realidad tan incontestable. Solemos decir que el mundo ha cambiado para mejor, pero… ¿realmente es eso así? En un mundo en el que hemos mejorado en tecnología, maquinaria, comunicación… quizá hayamos perdido en otras cosas, como puede ser en el trato personal con la gente, sin ir más lejos. Ni que decir tiene que no siempre los avances tecnológicos reportan mejoras en la calidad de vida de la gente. De hecho, el mundo gira más rápido que nunca gracias a esos avances y esa rapidez es la que a mucha gente le proporciona ansiedad.
Hay una cosa en la que creo que sí que hemos mejorado y en la que lo vamos a hacer todavía mucho mejor de cara a los años que están por venir: hablo de la conciencia que existe alrededor de lo importante que es mantener una buena salud mental en los tiempos que corren. A nadie se le escapa ya que esta es una de las cosas que hice nos puede proporcionar una mayor calidad de vida… y esa conciencia no existía hasta hace apenas algunas décadas. Sabiendo la relevancia que la salud mental tiene en la felicidad de la gente, es mucho más fácil que consigamos cumplir con aquello que hace falta para ser felices.
También existen mayores posibilidades de ponerse en contacto con profesionales que nos puedan ayudar con problemas como los que estamos hablando. Muchas de las personas que hoy son ancianas han pasado por momentos de ansiedad muy difíciles de superar y no han podido ponerse en manos de profesionales, que es algo que nosotros vemos perfectamente habitual en los tiempos que corren.
La última recomendación que voy a hacer antes de dar por concluido el artículo es que seáis conscientes de que podáis sufrir algún tipo de enfermedad mental y no estar siendo conscientes de ello. Y no estoy hablando solamente de la ansiedad: problemas como la depresión o el estrés están ahí del mismo modo y, como es el caso de la ansiedad, también se han recrudecido en los últimos tiempos tanto en el interior de nuestras fronteras como en otras partes del mundo. Estad pendientes también de las personas que se encuentran a vuestro alrededor: nadie merece pasar por esto.